1 de enero de 2021
Salud
La gestión menstrual es una necesidad básica de todas aquellas personas que menstrúan. Sin embargo, no se reconoce como tal en la sociedad, por los tabúes que la rodean y por la falta de problematización de las condiciones básicas que se requieren para poder llevar adelante una gestión menstrual segura. Entre las primeras barreras para el acceso a esta gestión menstrual segura se encuentra la cuestión económica. Por ello, en el año 2021 llevamos adelante un relevamiento sobre ingresos y acceso a productos de gestión menstrual de las personas menstruantes de 67 barrios populares de 22 provincias de Argentina.
En los barrios empobrecidos, menstruar es un privilegio. El costo de menstruar impacta en la economía de cada uno de los hogares. Las toallitas, tampones y copas menstruales son un costo económico extra en mujeres y personas menstruantes, que por cuestiones de tabú y convenciones sociales se encuentra invisibilizado. Esto sucede en un contexto en que las mujeres tienen una menor participación en el mercado laboral que los varones, ganan menos, enfrentan los mayores niveles de desempleo, tienen empleos más precarios y, como consecuencia de esto, están sobrerrepresentadas en los hogares pobres. Las mujeres representamos un 64,7% dentro del decil poblacional con menores ingresos.
Esto tiene como consecuencia que el acceso a la gestión menstrual sea muy diferente en relación a los ingresos de cada hogar. Menstruar no se elige: siguiendo datos de un relevamiento del Ministerio de Economía en el año 2021, los productos de gestión menstrual son artículos de primera necesidad y son consumidos por más de 12 millones de mujeres y personas menstruantes en la Argentina. Es decir, se trata de un mercado importante en tamaño y de bienes con pocas opciones para su sustitución.
A partir del reconocimiento de esta problemática en la diaria de los espacios de la organización, definimos llevar adelante un relevamiento desde el Observatorio Villero que midió los ingresos y el acceso a productos de gestión menstrual de las personas menstruantes de 67 barrios populares de 22 provincias de Argentina. Se relevó a 2478 hogares, con un total de 3598 personas menstruantes.
Además del relevamiento, de forma complementaria se realizó un trabajo comunicacional a partir de testimonios en primera persona de quienes están afectadas por esta problemática sobre la dificultad en el acceso a los productos de gestión menstrual y a la ausencia obligada en actividades tales como escuela, salud o trabajo por la falta de estos productos.
“Tuve que utilizar diarios viejos ya que no tenía para comprar productos de higiene menstrual. Una vez falté en la secundaria por no tener para comprar.” Vecina del Barrio Bosco II, Santiago del Estero.
“Muchas veces tuve que dejar de comprar productos de higiene menstrual por tener que comprar alimentos, y fue bastante complicado porque para ir a trabajar no tenía cómo comprar y las reemplazaba por trapo, pero también no iba a trabajar por miedo a mancharme.” Vecina de Barrio Pumitas, Rosario, Santa Fe.
“Hace cuatro años no compro toallitas. Uso en reemplazo tampones caseros que se hacen con algodón, tela y papel higiénico. Directamente no salía de mi casa cuando me bajaba porque como usaba métodos caseros no quería mancharme.” Vecina del Barrio San Martín de Paraná, Entre Ríos.
Estos testimonios acompañan el informe (próximamente) y nos permiten mostrar no sólo la problemática directa de la falta de acceso a la gestión menstrual, sino también las consecuencias indirectas que tiene esta problemática. A su vez, permiten graficar cómo las propias mujeres y personas menstruantes ponen su salud y sus necesidades básicas por debajo de las de sus familias.
Próximamente se harán públicas las bases de datos en conjunto con un informe elaborado por nuestro Observatorio.
